La terapia de Desensibilización y Reprocesamiento por los Movimientos Oculares (EMDR) es un buen método para los traumas de apego en niños y adolescentes

El apego con las personas cercanas durante la infancia es la base sobre la que se asientan los patrones de vinculación adulta, por lo tanto, si éste no se establece de manera sólida y segura, puede acarrear consecuencias en la madurez, llegando a desarrollar los conocidos traumas de apego.  Bajo esta idea, Madrid ha acogido el II Congreso Español de la Asociación EMDR España. Durante estos días, importantes expertos en EMDR, tanto a nivel nacional, como internacional han presentado y debatido los aspectos más relevantes relacionados con la el tratamiento del trauma perinatal y EMDR, y el tratamiento complejo en niños y el EMDR.

Y es que, tal y como explica Francisca García, presidenta de la Asociación EMDR España: “El objetivo del Congreso es promover una formación de altos estándares y puntera  en la intervención infanto juvenil con EMDR”.

En este sentido, la presidenta resalta: el primer medio en el que se desarrollan recuerdos es en el entorno uterino y esas experiencias se quedan grabadas y en la memoria. Dificultades en la regulación emocional con una base somática pueden estar relacionados con experiencias natales traumáticas”.

El apego, desencadenante de traumas

El apego se puede constituir como fuente de trauma cuando los cuidadores y el entorno más cercano no ha sido capaz de atender física o emocionalmente las necesidades del niño, ya sea por abuso o por negligencia.

En este sentido, la experta afirma que la experiencia que se repite de manera más frecuente en la población más joven es que sus padres no tienen tiempo para atenderlos y, por tanto, sus necesidades no están siendo cubiertas.

Esto es lo que los profesionales definen como abandono próximo. “La falta de tiempo de los padres no se suele considerar un problema, pero las conductas no adaptativas que estos menores pueden desarrollar sí que suelen ser motivo de alerta. De hecho, la mayoría de los niños acuden a la consulta por problemas de aprendizaje o por conductas que afectan a las relaciones en el ámbito escolar o familiar. Es imprescindible hacer comprender a los padres cómo las primeras experiencias han generado los pensamientos, emociones y conductas actuales tanto en sus hijos, como en ellos mismos”.

Por todo esto, los profesionales subrayan que el apego familiar es fundamental para aprender a regularnos, calmarnos, consolarnos cuando vivimos una situación que nos frustra, si este no existe o es deficitario las capacidades se merman y se sufre la desregulación emocional que se puede manifestarse con diferente sintomatología. Para conseguir esto, es necesario haber vivido experiencias durante la infancia con las figuras de apego.

La terapia EMDR, avalada por la Organización Mundial de la Salud y las Guías Clínicas Internacionales para el tratamiento del trauma, se perfila como la opción más indicada para el su tratamiento. Cristina Cortés, experta en EMDR, resalta que desde el inicio es un método efectivo, “no sólo en el estrés postraumático, sino en cualquier incidente o situación que haya producido una sintomatología independientemente de que esté relacionada o no con un estrés postraumático”.

El EMDR es un enfoque terapéutico desarrollado primeramente por Francine Shapiro (2001) para reducir los síntomas asociados con el trastorno de estrés post-traumático (TEPT). Desde el inicio de la aplicación de EMDR en contextos clínicos, los terapeutas han observado mejorías que van más allá de los síntomas manifiestos del TEPT. Por lo tanto, los beneficios de EMDR no se centran estrictamente  a la mejoría de síntomas de TEPT, sino por una general en el funcionamiento en la vida cotidiana.

¿Qué es el EMDR y cómo funciona en niños?

Este método se basa en la comprensión del efecto de las experiencias vitales adversas y traumáticas sobre la patología y en el procesamiento de dichas experiencias a través de procedimientos estructurados que incluyen movimientos oculares u otras formas de estimulación bilateral. Su aplicación se ha extendido a un amplio rango de problemas clínicos y cada día son más los profesionales de la Psicología que emplean este método. El psicólogo guía el proceso, tomando decisiones clínicas sobre la dirección que debe seguir la intervención. “La meta es que el paciente procese la información sobre el incidente traumático, llevándolo a una “resolución adaptativa” que le permita seguir con su día a día”, explica Francisca García.

Por su parte, Cristina Cortés apunta: “Tanto en niños, como en adultos, intentamos buscar la relación entre los síntomas presente y su historia, es decir los acontecimiento que puedan ser fuete del problema”. Desde el enfoque de EMDR se considera que la sintomatología y conducta que manifiesta, en el presente, un niño, se relaciona con las experiencias anteriores; así, en la intervención con el paciente, los especialistas buscan identificar los posibles traumas en la vida temprana del niño.

La base del procedimiento es el mismo, tanto en adultos como en niños; eso sí, la manera de acceder y procesar esas experiencias o información difiere ya que con los niños se requiere realizar diferentes  adaptaciones. “Dependiendo del nivel de desarrollo se utilizan diferentes estrategias de intervención, véase juego, dibujo, movimiento, etc. “, explica Cristina Cortés.

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