Aún hay más de 300.000 niños soldados en 17 países

Los conflictos armados se ceban especialmente con los más vulnerables y, en 17 países o territorios, grupos armados o ejércitos aún continúan reclutando a niños para implicarlos en tareas de combate o cometer todo tipo de abusos sobre ellos, en contra de la normativa internacional y de los principios más básicos de los Derechos Humanos.

Así, más de 230 millones de menores viven en zonas afectadas por conflictos y, por tanto, en riesgo de verse directamente implicados en la lucha. No en vano, se calcula que existen más de 50 grupos armados en el mundo, algunos de los cuales –Estado Islámico por ejemplo– luchan por incrementar su influencia más allá del territorio que controlan actualmente.

La ONU ha confirmado la utilización de niños soldado en Afganistán, Birmania, Colombia, Filipinas, India, Irak, Israel y Territorios Ocupados Palestinos, Malí, Nigeria, Siria, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Tailandia y Yemen.

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) estima que hay hasta 300.000 niños soldado en todo el mundo. Los niños se convierten en un “blanco fácil” para los grupos armados, como han alertado las ONG, que ven a los menores “más vulnerables y menos conscientes del peligro al que se exponen”.

Para muchos, de hecho, sumarse a una lucha que incluso es ajena termina siendo una salida a situaciones de pobreza extrema y sin perspectivas de futuro. “La milicia puede proporcionar protección, comida y un sustituto a la familia”, han advertido las organizaciones humanitarias.

Los niños integrados en grupos armados no siempre participan activamente en las hostilidades, sino que en algunos casos terminan convertidos en “mensajeros, guardaespaldas, detectores de minas, cargadores, vigías, cocineros o fabricantes de bombas”. Las niñas, por su parte, pueden verse obligadas a contraer matrimonio o terminan como “esclavas sexuales”.

El grupo nigeriano Boko Haram, que ha jurado lealtad a Estado Islámico, ha intensificado en los últimos meses la utilización de jóvenes mujeres como terroristas suicidas. “Las niñas se ven forzadas a inmolarse en lugares públicos o frente a objetivos concretos tras negarse, por ejemplo, a contraer matrimonios forzados o a convertirse al islam”, han advertido las ONG.

En el caso de Irak, el último informe del Comité de los Derechos del Niño de la ONU recoge que muchos de los menores que viven en territorios controlados por Estado Islámico u otros grupos armados terminan convirtiéndose en reclutas.

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