África: un destino común

África se mueve. Hemos tenido varias ocasiones para verlo. Las tasas de crecimiento son las más altas del mundo, el trabajo con respecto a las infraestructura se ha acelerado y las innovaciones abundan, especialmente en el nuevo sector de la tecnología de la información.

¿Podemos concluir que África es el nuevo polo de crecimiento de la economía mundial? Si y no. Sí, porque el movimiento que se consolidó durante las dos últimas décadas predice un desarrollo sostenido. No, porque el gobierno sigue teniendo puntos negros que aún no ha procesado. Pero, como suele repetir Paul Kagame, el Presidente de Ruanda, la gobernanza es lo que determina todo. La gobernanza económica y política, obviamente.

Por lo tanto, todos los países africanos no están en pie de igualdad. Algunos lo están haciendo mejor que otros. Normalmente, donde la democracia se ha instalado correctamente, el cambio es más visible. Sin embargo, en el continente en general, el retraso es más sensible.

El éxito de algunos países no debe ocultar los muchos fracasos que enfrentan otros.

Una razón obvia de este retraso se encuentra en la Unión Africana. Una organización que supuestamente debe abordar los problemas de los fondos del continente, pero hasta ahora no tiene nada concreto. La UA no pudo deshacerse de sus insignificantes disputas, consecuencia imparable de la dominación de ciertos grupos de poder.

Si la organización no se convierte en una herramienta eficaz para el desarrollo humano, perderá su interés para las poblaciones africanas. Sin embargo, África no está desprovista de activos y especialmente de ideas.

Los conceptos de cooperación Sur-Sur y de asociación público-privada, cuando funcionan inteligentemente, dan excelentes resultados. El ejemplo de Marruecos lo confirma.

El país, que acaba de presentar su solicitud de restablecimiento en la UA después de abandonar la Organización de la Unidad Africana en 1982, ha desarrollado alianzas mutuamente beneficiosas con varios países africanos.

Los proyectos que se han realizado en este contexto abarcan todas las áreas y varios sectores económicos. Pero el tipo de relación propuesta por Marruecos va mucho más allá de las cifras y los cálculos económicos. Se extiende a un acercamiento entre pueblos y gobiernos. Afecta a la cultura, así como a las industrias o la infraestructura.

Como cada 6 de noviembre, el Rey de Marruecos pronunció un discurso con motivo de la Marcha Verde, iniciada por el fallecido Hassan II, padre de Mohammed VI, que liberó al Sahara del dominio español.

Este año, el discurso del líder del Estado marroquí fue pronunciado en Dakar, capital de Senegal. La elección del rey está dictada por el apoyo constante de Senegal a la causa de la integridad territorial de Marruecos.

Esta elección es un gran símbolo y es una gran innovación en las relaciones internacionales. Los marroquíes se sienten más cercanos a Senegal que a otros países y viceversa. Estamos en la presencia de un nuevo concepto, el destino compartido.

Este es un mensaje muy fuerte con respecto al destino de todos los demás países de África, un continente que Mohammed VI ve como una entidad unida. De ahí el segundo, simbólico del discurso de Dakar, el mapa de África está unido sin fronteras.

Para el jefe del Estado marroquí, el regreso de Marruecos a la UA es una buena cosa tanto para su país como para África. Estos se beneficiarán de la experiencia de Marruecos en el desarrollo económico, pero también y sobre todo de la seguridad y la lucha contra el fundamentalismo y el terrorismo. Para tener éxito, África debe estar unida.

Si la UA llega para aprender de la experiencia marroquí y traducir sus enseñanzas en práctica, los africanos serán capaces de construir un futuro mejor.

Feliz coincidencia la de que Marrakech acoja la COP22. El cambio climático y sus consecuencias es otro tema que requiere que los gobiernos africanos replanteen sus relaciones y piensen en este destino común.

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