Así son las mujeres más sanguinarias del Estado Islámico

Son más temibles que muchos hombres y, sin embargo, siguen desempañando un papel secundario. Quisieron reducirlas a esposas, pero algunas están luchando para demostrar que pueden ser tan sanguinarias como cualquiera. Así son las mujeres del Califato.

Según un informe de la inteligencia española se estima que 16 mujeres españolas ya han viajado a la zona controlada por el Estado Islámico para convertirse en ‘el descanso del muyahidín’ y, con suerte, incorporarse a la llamada Brigada Al Khansaa.

Así, la Brigada Al Khansaa, con sede en la tercera planta del hotel Karnak, se creó en Raqqa a mediados de 2014, poco después de que el ‘EI’ tomase el control de la ciudad. El factor determinante para su creación fue el ataque en el que murieron 7 yihadistas a manos de hombres vestidos con burka. La Brigada se creó con el fin de que las mujeres controlaran a las mujeres.

Está integrada por unas 500 chicas adiestradas en el manejo de armas y la mayoría son esposas de combatientes extranjeros, aunque empezó solo con 35 (3 sirias, 2 yemeníes, 4 saudíes, 7 tunecinas, 9 chechenas, 1 kuwaití, 3 libias, 3 egipcias y 3 iraquíes). Su edad oscila entre los 18 y 25 años. ¿Su salario? Unos 200 dólares al mes.

200 dólares y poder conducir, el sueldo por mutilar

Muchas no son de origen árabe. Las hay de Alemania, Chechenia, Francia o Gran Bretaña. El objetivo de estas terroristas es detener y castigar a las mujeres que no cumplan los preceptos más rigoristas del Islam. A cambio, además del salario, gozan de ciertos privilegios como llevar un arma o conducir un coche.

Si lo hacen bien, pueden que lleguen a la Brigada Umm Arrihan, un grupo de mujeres que participan en ejecuciones y castigos corporales brutales. Valga como ejemplo el testimonio de Agar, una chica de 25 años que estuvo integrada en la Brigada Al Khansaa. Tras huir, explicó cómo las yihadistas británicas arrancaban y pellizcaban con tenazas los pezones y genitales de las presas o propinaban latigazos a niñas de 10 años por no cumplir con el estricto código de vestimenta femenina del DAESH.

El reclutamiento, su principal misión

Una de las principales misiones de la Brigada Al Khansaa es la del reclutamiento de mujeres. Así, han sido muy útiles las redes sociales, en las que se insiste en que la mujer no debe vivir en la tierra de los infieles, sino desplazarse a territorios musulmanes. Para ello, dan consejos sobre qué llevar o cómo burlar a las autoridades.

“Aunque al contrario que para los hombres, la lucha armada no es una obligación legal para las mujeres, las funciones más importantes para las mujeres son educar a los niños que estén bajo su supervisión y fomentar que los hombres de su entorno se unan a la lucha del Estado Islámico”, explicaba un texto difundido en 2014 por la Brigada.

La línea oficial de los yihadistas es, en consecuencia, que las mujeres no tienen la obligación de participar en los combates. No obstante, se espera que estén preparadas para sufrir y soportar las condiciones de guerra y para sacrificarse por la causa. Deben también incitar a sus maridos a luchar y a no rendirse.

Al servicio de la propaganda

Llama la atención que pese a que la mujer no aparece en casi ninguno de los vídeos del DAESH, su presencia en la propaganda es cada vez mayor.

Tienen una sección regular dentro de las revistas del grupo terrorista, en la que se dice que las mujeres tienen un rol crucial dentro del Califato. De esta manera, la primera aparición de una chica dentro de estas revistas fue en el número 7 de Dabiq en febrero de 2015.

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Consistía en una entrevista a Umm Bashir al-Muhajirah, viuda de Amedy Coulibaly, autor de la toma de rehenes en Porte de Vincennes durante la cual asesinó a cuatro personas.

¿Su próximo paso? Atentar en Europa

A pesar de que la mayor parte de su labor se desempeña dentro del llamado Califato, el verano pasado, los servicios de inteligencia alertaron de que la Brigada Al Khansaa había facilitado el desplazamiento a Europa de mujeres británicas y francesas para apoyar atentados terroristas.

Cabe señalar que algunas mujeres ya participaban en este tipo de ataques, sobre todo las chechenas, donde es habitual que las féminas participen en acciones armadas.

Así, cada vez es más frecuente ver simbología referente al martirio en perfiles de redes sociales de mujeres radicalizadas: la palabra árabe (umm), una mujer con niqab y armas con un pequeño pájaro llamado green bird (creen que el alma de los mártires se lleva en el corazón de los pájaros verdes).

Además, en los últimos años se han producido ataques con la participación directa de mujeres. Por ejemplo, en mayo de 2010 en Reino Unido, un miembro del Parlamento fue apuñalado con una yihadista de 21 años o en enero de 2016, una mujer rusa intetrada en DAESH cometió un atentado contra una comisaría de Estambul.

No solo eso: las mujeres cada vez están más preparadas y priman las que tienen perfiles técnicos y son especialistas en informática, química… Es el caso de dos mujeres detenidas por el FBI en abril de 2015, acusadas de fabricar armas de destrucción masiva en Nueva York con fines yihadistas.

Matrimonio y venta, su triste destino

La triste verdad es que las mujeres que han podido regresar de zonas de conflicto han hablado del engaño y la decepción que experimentan. La realidad con la que se encuentran dista mucho de la que les habían vendido sus radicalizadores.

Sus relatos siempre tienen algo en común: guerra, hambre y miseria, donde su voluntad queda anulada a la merced de unos hombres que solo buscan riqueza y mujeres.

Destinadas al un matrimonio que se asemeja mucho a la esclavitud, las mujeres también se han convertido en un medio para vengarse de las facciones rivales: las reduce a meras esclavas sexuales de quien pague más. El precio de una mujer iraquí puede alcanzar los 20.000 euros, mientras que pasar la noche con una virgen se paga entre 200 y 500 euros.

Además, han entrado en juego los llamados ‘matrimonios de placer’. De esta forma, cuando el ‘EI’ entró en Raqqa apresó a las viudas de miembros de Jabhat al Nusra y las violaron para elevar la moral de los combatientes, así como fuente de ingresos.

Reducidas a uno puñado de euros y a ser carnaza sexual. Así acaban las mujeres que presentan atención a los ‘cantos de sirena’ de los terroristas. Y como reconocen las pocas que consiguieron escapar: la forma más probable de salir de ese infierno es muertas.

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