Las claves del éxito del croissant por el Día Internacional del Croissant
El croissant parece una pieza de bollería sin muchas pretensiones, pocos rellenos y sin ingredientes
exóticos, tampoco tiene formas complejas ni acabados diferentes, pero puede que sea precisamente
en esa aparente sencillez donde resida la mayor clave de su éxito: “Por un lado es un bollo muy
simple pero a la vez muy complicado. Parece una receta muy fácil de hacer, pero no es nada
sencillo conseguir una masa hojaldrada con el punto justo de crujiente en todas las capas” –
asegura Moncho López de Levadura Madre Natural Bakery, que añade: “tiene el equilibrio
perfecto entre lo dulce y lo salado, se puede consumir con dulces como mermeladas o
chocolates o con salado como fiambres y quesos. Es muy versátil, con un tamaño polivalente
y bastante liviano, no se hace pesado ni de comer ni de digerir, por eso es apto para
cualquier edad”. Tampoco es empalagoso y mezcla bien tanto con el café como con los zumos de
frutas. Y por si esto fuera poco la experiencia sensorial que supone notar “el crunchy crunchy de
cada una de sus capas. Diría que no comer un croissant a mordiscos es un crimen, además es
una de las pocas piezas de bollería que puede elaborarse con diferentes harinas y rellenos,
nosotros los tenemos con chocolate, diferentes mermeladas, integrales e incluso veganos
integrales con quinoa y semillas” – nos explica Moncho.
David Monzón, copropietario del gastrobar Bendita Locura Coffee & Dreams nos cuenta por su
parte que “es la pieza de bollería más demandada sin duda, sin ella los brunchs, desayunos y
meriendas no serían lo mismo. Al combinar casi con todo, se puede tomar a cualquier hora
del día”. En resumen, el croissant es un producto delicioso, ligero, versátil y asequible que puede
acompañar todos los platos imaginables y con una textura tan agradable como particular, así que
como afirma Moncho: “de tan sencillo, ni lo toques”.