¿Qué debemos hacer si nuestros hijos tienen poco apetito?

niños aprendizaje

 

Una buena alimentación durante la infancia es fundamental para garantizar el correcto desarrollo físico y cognitivo del niño/a. Son muchas las ocasiones en las que nuestros hijos pueden tener una alimentación desequilibrada o incompleta y necesitar un aporte extra de energía, ya sea porque son malos comedores, muestran un crecimiento deficiente, practican deportes intensos que requieren un mayor aporte de energía o están pasando por periodos de recuperación o convalecencia.

Por ejemplo, los niños entre uno y dos años tienen proporcionalmente unas necesidades nutricionales superiores a las de un adulto, llegando a necesitar entre 4 y 7 veces más nutrientes por kilo de peso. A partir del tercer o cuarto año los niños experimentan un crecimiento continuo, además la etapa escolar es un periodo crucial de máximo desarrollo intelectual y físico. Por tanto, la nutrición se convierte en un factor clave, que debe cubrir los requerimientos y necesidades de cada edad y debe estar adaptada en cantidad y nutrientes para asegurar el aporte calórico adecuado.

Una correcta alimentación es clave para que nuestro hijo obtenga la energía suficiente para afrontar su día a día. Resulta imprescindible combinar todos los grupos de alimentos para garantizar que ingiera los nutrientes necesarios para su crecimiento. Por ejemplo, los hidratos de carbono, las grasas, las proteínas y la fibra son el combustible que necesitan los niños para crecer, correr y jugar.

Uno de los motivos más frecuentes de consulta en niños después del año es la falta de apetito. Entonces, ¿qué debemos hacer si nuestro hijo manifiesta poco interés por la comida? En estos casos, los expertos recomiendan algunos trucos muy sencillos como:

  • Fomentar el apetito haciendo que la comida les sea más atractiva, elaborando comidas vistosas, sirviéndola en una vajilla divertida, con una presentación más apetecible…
  • Controlar el ciclo natural hambre-saciedad, observando sus necesidades para determinar cuándo darle la comida.
  • Estableciendo tiempos cortos para las comidas, sin tenerle horas frente al plato.
  • Dejar que él mismo controle su alimentación, es decir, permitiéndole que regule la cantidad de comida.
  • Introducir nuevos alimentos de forma progresiva y atractiva, nunca obligarlos. Si el niño se niega a probar un determinado alimento repetidas veces, siempre podemos buscar alimentos alternativos que ofrezcan los mismos nutrientes.
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