El confinamiento incrementa las plagas de ratas y ratones en las ciudades

ratas gigantes

Ratas y ratones transmiten enfermedades como salmonelosis, tifus murino, enfermedad de Weil o la peste bubónica. La rata gris o rata de alcantarilla es la más común y dañina, pues además de transmitir enfermedades a los humanos, daña el mobiliario urbano. Debido al corto periodo de gestación una rata y sus crías pueden alcanzar más de 15.000 ejemplares al año.

La falta de presencia humana en las calles debido al confinamiento por el COVID-19, la disminución en los tratamientos de control de plagas rutinarios y el incremento en las temperaturas han originado un aumento considerable en la cantidad de roedores y otras plagas en las ciudades españolas.

Rentokil Initial, multinacional especializada en control de plagas e higiene ambiental, ha desarrollado durante los meses de confinamiento una campaña para recordar a las empresas y particulares la importancia de seguir implementando las labores habituales de mantenimiento de control de plagas para impedir su reproducción descontrolada, que puede llegar hasta los 15 mil ejemplares al año.

Según los datos del VI Observatorio Nacional de Plagas de Rentokil Initial, las ratas y ratones son la tercera plaga que más molestias causa a los españoles, después de las cucarachas y las termitas.

Estos roedores, además de ser animales desagradables y muy molestos, son portadores de gérmenes y parásitos, que transmiten graves enfermedades a los humanos como salmonelosis, enfermedad de Weil, hantavirus, tifus murino, leptospirosis, entre otras, que pueden transformarse en severas y requerir hospitalización, con consecuencias desastrosas para la salud pública, ya profundamente afectada por el impacto del coronavirus.

Las plagas, a su vez, pueden dañar las infraestructuras físicas y digitales, interrumpiendo de esta forma el funcionamiento normal de las operaciones y las líneas de producción.

La principal forma de contagiar a los humanos estas enfermedades es por la orina. Todos los roedores dejan a su paso un rastro de orina para trazar un camino hasta la fuente de alimento que han conseguido detectar. Otra de las fuentes de infección son las heces de los roedores, ya que suelen depositar alrededor de la zona que habitan entre 50 y 80 excrementos en una sola noche, pudiendo contaminar la comida, el aire o el agua.

Suprimir o aligerar las labores de control de plagas en las oficinas -un hecho que se presentó de forma común durante la pandemia- ha aumentado el riesgo de que, al volver a los negocios y oficinas, los empleados y clientes estén más expuestos a contraer enfermedades causadas por estos roedores.

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