Mohamed VI insta a los países a poner en marcha los acuerdos de París y a cooperar entre ricos y pobres

El Rey Mohamed VI de Marruecos ha abierto con un discurso la XXII Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático (COP22) que se celebra en el país africano. El monarca, que en la tarde de este lunes, mantuvo una reunión con el presidente español Mariano Rajoy, destacó en su alocución el compromiso de Marruecos en todos los acuerdos multilaterales y especialmente con el cambio climático afirmando que durante su mandato dedicará sus esfuerzos y los recursos financieros disponibles a promover “esta difícil y noble tarea” de luchar contra el cambio climático: “La celebración de esta conferencia en Marraquech es una prueba del enorme interés que, dentro de las prioridades del Reino, otorgamos a las cuestiones del medio ambiente y del clima” dijo el monarca.

Mohamed VI, cumbre del clima

También se refirió a que su país “ha sido uno de los primeros en contribuir a la materialización de una conciencia mundial acerca del cambio climático, ya desde mi participación en la Cumbre de la Tierra en “Río”, en 1992, al presidir entonces, en mi condición de Príncipe Heredero, la delegación de Marruecos. Hoy, la Conferencia de Marraquech, viene a representar un decisivo viraje dentro del proceso de aplicación del histórico Acuerdo de París”.

El monarca instó a las autoridades presentes a seguir trabajando y poner en marcha los acuerdo de París porque “la humanidad entera tiene depositadas amplias esperanzas en las decisiones que se van a tomar. Por ello, espera algo más que un mero anuncio de compromisos y principios para acabar con el calentamiento global y aliviar sus efectos. Aspiramos a alcanzar decisiones que contribuyan a salvar el futuro de la vida sobre la tierra, mediante iniciativas concretas y medidas prácticas capaces de proteger los derechos de las generaciones venideras”.

Mohamed VI también hizo referencia a las diferencias y contrastes entre los países más ricos y los más desfavorecidos y las consecuencias para el clima de las actividades de los más industrializados y lo que están en desarrollo. “Nos hallamos en el buen camino y si este destino común conoce la coordinación y cooperación entre todos. Grande es la diferencia entre los países y regiones, en cuanto a la cultura relacionada con el medio ambiente. Las prioridades de los países industrializados, que se dicen desarrollados, no son las mismas que las que tienen los países en desarrollo. La diferencia de medios es también enorme entre ellos…Por ello, es necesario unificar la educación sobre las cuestiones medioambientales, concienciando hacia su decisivo papel para asegurar el futuro de la humanidad” afirmó.

En el mismo sentido calificó la cumbre de histórica y pidió comprensión y facilidades para los países y regiones más desfavorecidos: “Esta es una conferencia para la verdad y la transparencia; una conferencia para asumir la responsabilidad ante Dios y ante la Historia, y también ante nuestros pueblos. ¿Acaso tendrán sentido nuestras conferencias y acuerdos, si dejamos a las categorías más vulnerables frente a un destino repleto de peligros en las islas amenazadas de desaparición como en los campos expuestos a la desertificación, en África, Asia y América Latina? La problemática del medio ambiente es de tal gravedad que debe ser tratada con total seriedad y responsabilidad. Atrás ha quedado la época colonial y la lógica de imponer decisiones; lo que ahora prevalece es la propia existencia del ser humano, que a todos nos interpela para trabajar, codo con codo, por su protección. Por ello, desde el principio no se debe obligar a los Estados a aceptar decisiones que no pueden asumir, no porque las rechazan, sino por carecer de los medios necesarios para llevarlas a la práctica”, explicó el monarca.

Así, Mohamed VI resumió en cuatro puntos las condiciones de solidaridad y cooperación que deben tener los países más ricos.

El primero al que se refirió fue “ofrecer a los países del Sur, especialmente a los menos desarrollados y a los Estados insulares, un apoyo financiero y técnico urgente, a fin de reforzar sus capacidades para poder adaptarse a los cambios climáticos”. En segundo lugar “cumplir los países desarrollados sus compromisos y movilizar al menos 100 mil millones de dólares, para el año 2020, que ha constituido la clave del Acuerdo de París”. El tercer punto se centra en la “implicación de todas las partes para facilitar la transferencia tecnológica, obrando por el desarrollo de la investigación e innovación en el ámbito climático”; y por último la “contribución de los actores no gubernamentales, tales como las empresas, entidades territoriales y organizaciones de la sociedad civil, en la inyección de un fuerte impulso a las iniciativas de la acción global por el clima”.

 

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